Primera parte.

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No recuerdo mucho acerca de ese entonces, sólo estoy seguro que mi vida no fue igual desde ese momento. No suelo ser alguien aplicado en el colegio, les adelanto. De hecho, no soy el favorito de los profesores debido a ello y parece que me hundo cada vez más. Recuerdo que no me llevaba del todo bien con mis compañeros, a pesar de tener algunos amigos, no sentía que podía confiar plenamente en ellos. Una sonrisa falsa en el rostro y un tono de voz agradable eran suficientes para esconder mis emociones y aparentar mi felicidad. Usualmente solía estar de aquel ánimo, mas no sólo para reservar mis sentimientos, sino también para no afectar a los demás con ellos. Mi vida fuera del colegio podría considerarse como promedio a un muchacho de mi edad. Tengo un techo bajo el cual vivir, unos padres amorosos, un hermano mayor molestoso, un perro y hasta una criada encargada de las labores del hogar. Fuera de lo demás suelo ser tranquilo, no pierdo la serenidad fácilmente, un caballero y con suficiente confianza muestro mis sentimientos.
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—¡Pancho!—gritó con fuerza—. ¡Estás tarde, levántate de una buena vez!
—Nada que ver, mamá. Son las seis—dije entre bostezos—. Tengo la alarma prendida y ni siquiera se acerca por diez minutos a sonar. Deja dormir.
—No te olvides de sacar a pasear a Lucas.
—Ya listo.

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Lunes por la mañana, tal vez el peor de los días de la semana. Significaba el fin de la diversión y la vuelta a la labor, pero tanto para mí como para mis compañeros del bachillerato internacional era únicamente un respiro. Buceé dentro de mis suaves sábanas de lana y me acurruqué para disimular el frío invierno de la ciudad de Lima: faltaban veinte minutos para que me tenga que levantar...

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Adiós, pobres y pudientes

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PD: Es la primera parte, falta todavía. Personalmente, considero el principio monótono. Tengo las demás partes ahí, pero las subiré de a pocos. Falta lo más interesante, a mi parecer.