Simple.

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Me quité por año nuevo, por voluntad propia (y la de mis padres, la cuál es mucho más fuerte), a un distrito turístico. Bien paja, se llama San Juan de Marcona. Queda a 8 benditas horas de mi casa y por supuesto que el viaje me cansó. En el camino hicimos paradas: Líneas de Nazca, La olla de Juanita, obvio que gasolina, etc. Vi la luna llena a la vez que veía el sol, ocultándose en el horizonte. Bueno, ustedes comprenden. Seguía con el pie mal (caí mal de un árbol), y la pagaba a veces. Toooodo el día la pasaba gente hasta que una de las noches, 1 enero, me fuí a la orilla del mar, sólo a pensar. Tiré piedras al mar y miraba a la luna y las estrellas.

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Algo que me pareció interesante fue: uno tira una piedra. Mientras más grande sea la piedra mayor sonido va a causar. Mientras más grande, más rápido se hunde. Depende del sonido quienes lo escuchen, y quienes estén cerca. Cada uno lanza sus piedras y rocas, ¿Qué tan lejos llegará? ¿Cuántas personas lo van a escuchar? ¿Qué tan profundo y rápido se va a hundir? En fin.

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También me fijé en la luna y las estrellas. Brillaban mucho esa noche. Algo que está desde siempre y que casi nadie lo disfruta. Es muy sencillo. Gratis. Hermoso. A veces se olvida que lo sencillo puede llegar a ser muy hermoso. Como el agua. Parece que hoy nunca se va a acabar: duchas de 20 minutos, regar la pista, dejar caños abiertos mientras se cepilla los dientes, etc. Si a partir de mañana te dieran 2 lts. diarios de agua, te sabría distinto, tal vez más rica, sabrosa. La cuidarías más y tal vez hasta la ahorrarías a veces. Uno no sabe el valor de algo hasta que se ve limitado. Al menos no el verdadero valor. Si uno desea apreciar en serio algo, debe perderlo primero, aprender y luego reponerse. Regresando, ¿Por qué se han dejado de disfrutar las cosas sencillas? Lo pequeño es paja también.

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Adiós, pobres y pudientes

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PD: Me quedé recontra corto con este post. Lo siento.